martes, 3 de noviembre de 2015

Escritura página 51



Creo que esta etiqueta, "las escrituras del alma"; están predestinadas a nunca acabar.

Hace muchísimo que no escribo absolutamente nada en ellas. Como si jamás hubiese llovido desde entonces...pero la verdad es que ha sido la propia lluvia continua, desde tiempos que ni siquiera alcanzo a recordar; que hace de su magnitud atronadora oídos sordos  a lo que mi alma tiene que expresar.
Ardo en deseos de situarme debajo pero la velocidad de las gotas dañan cada rincón de mi ser.
Como un reptil he intentado mudar la piel. Como un crustáceo ermitaño he cambiado de caparazón con la firme intención de crecer. 

Crecer como persona. 
Crecer como individuo que lo lleva el viento.
Llegar a superar barreras que hagan a mi alma gozar de plena felicidad.

Metas y más metas me esperan en esta ardua travesía denominada vida. Demasiada corta para tantos quehaceres que nos ofrece, que nos brinda este período que nos ha tocado existir.
Un resquicio en el tiempo, una muesca es lo que deseo labrar en el mundo. 
Y toda muesca necesita trabajo para tallarla. Los utensilios necesitan pulirse.

Aunque las pinturas con las que he ido utilizando hayan desaparecido paulatinamente, sus fantasmas siguen aquí. Todas las experiencias vividas jamás las olvidaría. Fuesen buenas, fuesen malas. Jamás encontraré un mismo color como los que han compuesto mi lienzo. 
Lamento que muchos de esos colores no pintasen como yo pensaba. Daltonismo. La ingenuidad de mi pincel colocaron en mí un filtro. Un filtro que nunca pensé en quitar.
Adiós a esos colores, fuisteis únicos, y siempre lo seréis. 
Mi lienzo apenas acaba de empezar y aún espero que muchísimos colores lo vayan componiendo a lo largo de mi periplo. Un periplo que guardaré en esta cajita.
En esta cajita llamada hogar.

Y con esto me despido,
puesto que la lluvia cae sin cesar,
despacito
se lleva mi pesar.


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