miércoles, 9 de julio de 2014

Inerion1



Capítulo primero
UNA SORPRESA ESPERADA

Era un sábado de invierno, diciembre de 2006 para ser más exactos. Yo, Alberto, un chaval de 15 años adicto a las videoconsolas y a las historias de monstruos y espíritus estaba en el salón de mi casa sentado en el sofá frente a la televisión viendo “American Dragon” cuando escuché algo sobre una sobrina y esperé mientras mi madre charlaba con la vecina (Mercedes), yo estuve jugando con la videoconsola al “Zelda the wind waker” un juego de Game Cube que trata de un niño elfo rubio llamado Link con ropas verdes y una espada llamada “kokiri” y un escudo que te puedes reflejar en el con el nombre de escudo espejo. Este elfo va en busca de su hermana que la ha capturado un gigantesco pájaro que esta gobernado por un malvado emperador de la oscuridad llamado “Ganon”, tal, que hay que rescatarla y derrotar al emperador Ganon.
Después de jugar un buen rato al juego entró mi madre corriendo con prisa para planchar, recoger y tender toda la ropa que tenía, pero con tanto charlar se le había dado las uvas y susurré: - tú te la has buscado. Y me pegó un gran “coscorrón y me dijo: -vamos, espabila y ayúdame a recoger la ropa. No me pude quejar porque si no….
Mientras recogía la ropa le pregunté que era lo que le había dicho la Mercedes y me respondió:
-¿Lo de su sobrina?
-si
- Que por lo visto en casa de la Mercedes va a llegar una sobrina suya a pasar los reyes
- ¿Cuándo vendrá?
- Seguramente el lunes o el martes
- ¿Y sabes como se llama?
- Creo que Yuchiko.
Después de recoger la ropa, cogí mi bici para ir a la casa de mi amigo Iván y de repente escuché detrás de mí un ruido extraño como el rugido de un dragón y cuando me volví no vi nada ni a nadie y pensé que me lo había imaginado. Me subí a la bici y me dirigí a mi destino sin demora pero a la mitad del camino en mi antiguo colegio vi a mí otro camarada, Manolo. Es un chaval de 15 años más bien grande y alto aunque es un poquito “loco” por las tonterías y churretes que se pone a decir y como me escuchase seguro que con los dos dedos de su mano derecha me rompe las costillas, es bruto y morenillo, se cree el mejor y que no hay ningún ser superior a él. Manolo vino hacia mí y por poco salgo corriendo como un galgo y me dijo:
-¡que pasa contigo, porque huyes de mí!
- Es…queeeee
- De esque nada chavalote, ¿a dónde vas?
- A... a casa de Iván.
 Se encorajó tanto que tuve que salir “pitando” de allí porque por poco me hace un cardenal y gritó: - ¡ya te cogeré el lunes! Procuré no mirar hacia atrás por miedo.
Cuando ya casi veía la casa de Iván, un chaval de 15 años con cresta y adicto a las videoconsolas igual que yo sentí otra vez la sensación de un dragón detrás de mí, me volví y no vi nada. Llegué a la casa de Iván y cuando entré nos pusimos a jugar al juego “Zelda ocarina of time” de la Nintendo 64. Aquel juego era otra aventura del elfo Link. Pero esa partida que yo jugué contra un jefe de una mazmorra que tenía que derrotar era distinta a las otras veces que le había derrotado, cuando le vencí se puso a hablarme en español (raro, porque el juego era únicamente en inglés), aquel dragón rojo como el mismo fuego y largo como un rascacielos me dijo:
-    Alberto (el nombre que le puse al elfo Link) no te asustes de mí, necesito saber si estás preparado o no para el gran reto, ¿quieres continuar?
Yo contesté que sí, mi amigo me dijo: - ¡como te cargues el juego te enteras!-contestó con cara de pocos amigos. Y le respondí: -tranqui, individuo.                                                                                                                                           
Después de responder al dragón se puso a volar alrededor de mí y mi traje (que en ese momento era rojo para resistir las altas temperaturas) se transformó en una espléndida armadura rojiza tan dura que ni siquiera la misma lava puede derretirlo. El dragón había desaparecido y dejó una nota en español que decía:

Darmani me ha dicho que vuelvas a tu casa y pongas el juego Zelda Wind Waker y que empieces una nueva partida y que introduzcas el nombre de AIMRHMD y el resto ya lo sabrás en su debido tiempo hasta entonces corre y no mires atrás.                                                                                                                                                           

En ese mismo momento la Nintendo se apagó y en el televisor se bloqueó pero cuando lo miré determinadamente se veía la imagen de un demonio, Ganondorf.     
Después de aquello mi amigo se encorajó tanto que tuve que pedirle perdón y salir corriendo de allí, en ese momento pensé en el día que estaba pasando, raro pero emocionante. Cuando pasé por el colegio me topé con el gran Manolo, no solo por la altura sino también por su “superioridad” como un ser mejorado a los demás, se me acercó y me dijo: - JE, JE, JE, te dije que te cogería, ¿te creías que escaparías de mí?- me dijo con voz ronca. Yo me quedé pálido, era como si hubiese visto un fantasma y no pude reaccionar y decirle una excusa que con la rapidez de un rayo me dio con los dedos en las costillas y me dolió como si me pegaran con una caña de madera y no pude evitar dar un grito desesperado y salí pedaleando con destino a mi refugio, o sea, mi casa pero cuanto más pedaleara más rápido iba él , y de repente me salvó alguien al que yo lo llamo “eso”, el entrenador del equipo del Manolo, Mochi, una gran masa de grasa sin exagerar que no cabría por una puerta de 2 metros de ancho. El Manolo se tuvo que detener porque el Mochi se le puso a dar caricias (que en verdad es una tortura para el pobre equipo) y pude escapar.
Llegué a mi casa y nada más entrar encendí la Game Cube y puse el juego que me dijo el dragón, el Zelda Wind Waker. Algo raro ocurrió, la Cube estaba encendida pero el televisor estaba bloqueado pero esta vez no me volví atrás pero de repente me volvió la sensación del olor de dragón y el aspecto espectral y demoníaco de Ganondorf me hizo pasar frío y miedo pero a la vez emoción y suspense, todo a mi alrededor se volvió oscuro menos el televisor y la consola. Mi ropa se transformó en las ropas del elfo, en ropas verdes como la hierba y cómodas como el aire, en mi espalda llevaba una espada y un escudo espejo pero no podía cogerlos porque mis manos no se podían despegar del mando de control de la Cube. De repente la pantalla se enciende y aparece el gran dragón rojo que me dice:
- ¿preparado?
- como ya te dije, pues claro- conteste con firmeza y claramente.
- pues tendrás que luchar contra Ganondorf y vencerle en un duelo de catanas- me sonrió como si ya hubiera ganado.
- pero… si yo no sé usar catanas- le contesté con dudas.
- tranquilo hijo, ¿sabes jugar al juego?
- si, soy uno de los mejores- le dije con algo de miedo en la cara.
- JE, si, vale, pues tú coge el mando y gana, ¡ADELANTE!
No tuve elección todo me daba vueltas y tenía un mareo y fatiga enorme, pero de repente ante mi apareció el general de las tinieblas, el gran ¡Ganondorf!
- hola muchacho- me dijo riéndose
- hola, ¿empezamos?- le contesté también riéndome
- estos jóvenes siempre con prisas ¿un calentamiento?- me miró y sacó unas buenas catanas afiladas y resplandecientes.
Y yo, sin más demora pulsé el botón B y desvainé mis catanas y comenzó el entrenamiento.                                                                                           

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