Capítulo 12
La verdad por delante
Cuando me desperté me encontraba en una habitación acostado en una cama,
pude observar que era de día porque en la ventana entraban unos rayos de sol.
Me senté sobre la cama y observé que tenía vendas en el costado y en el brazo
izquierdo, no llevaba puesta mi camisa, doloroso me acerqué al borde y no
encontraba mis zapatos, a mi alrededor solo encontré el saco de viaje de Mashuo
por lo que me imaginé que no se encontraba muy lejos. Intenté levantarme pero
mis piernas no me respondían así que me
volví a acostar. Pasado cierto tiempo
ví entrar a Ashley que al verme despierto me dirigió una sonrisa…
- ¿cómo estás?- me preguntó
- algo cansado- contesté mientras me apretaba las vendas
- tranquilo, descansa, Mashuo ha ido a comprarte ropa más cómoda
- ¿y la mía?- pregunté buscándola
- estaba demasiada gastada, además, llamarías mucho la atención con ropas
de la otra dimensión- contestó muy segura.
Tras aquello hubo un par de minutos de silencio hasta que vi entrar a
Mashuo por la puerta con una
caja de cartón en las manos que con un rápido
movimiento la depositó en la cama.
- veo que ya estás mejor- se alegró Mashuo- venga, pruébate la ropa.
No tuve mas remedio que probármelas aunque casi no me podía levantar por
las heridas pero una vez puestas comprobé que Ashley no se equivocaba, las
prendas que llevaba eran comodísimas, ligeras y
de una buena tela o al menos
eso parecía.
La camisa de mangas cortas interior era roja con un símbolo azul en el
centro de una espada y en la espalda una letra también azul en la escritura de
esta dimensión que era diferente al español, Mashuo
me dijo que significaba
“valor, coraje o furia”. El pantalón era de color negro con dos bolsillos
laterales y por la rodilla tenía una línea gruesa de color rojo. Los zapatos de
deporte iban a juego con el resto,
eran rojos y por los extremos de color negro
y por último y más representativo de mi nuevo equipamiento era la cazadora negra,
tenía en la espalda un símbolo rojo en el centro de un ala de murciélago y por
los codos unas líneas gruesas rojas.
- te quedan fenomenal- confirmó Mashuo
- Je, me han encantado, te lo juro- contesté emocionado
- está atardeciendo, será mejor que bajemos a cenar- dijo Ashley
- un momento, todavía no se donde me encuentro- pregunté
- estás en un pueblo al este del bosque de los cien espíritus- contestó Ashley
- ¿aquel bosque en el que…?
- sí, aquel en el que te enfrentaste con Iván- me interrumpió Mashuo.
Tras aquellas preguntas pudimos escuchar un grito de alguien del piso
inferior que nos reclamaba en la mesa para cenar y sin más dilación bajamos
para degustarlas.
Cuando bajamos el propietario del hotel en el que me encontraba me saludó
preguntándome por mi
salud a la que yo contesté con un…
- bien, gracias.
Me senté en el lado izquierdo de la mesa esperando a que me trajeran la
comida pero mientras, en la espera…
- Alberto, después tenemos que hablar de algo en privado- me dijo Mashuo
seriamente
- ¿de qué?- pregunté
- tranquilo, ya hablaremos en su debido momento
¡¿Y mi katana!?- grité acordándome
- está arriba, detrás del saco de Mashuo- contestó Ashley.
Antes de poder decir nada más, el propietario nos trajo la cena la cuál
tenía un aspecto raro para mí, aunque parece que en esta dimensión las
apariencias engañan; la probé y no me equivocaba, estaba deliciosa.
- ¿te gusta?- me preguntó el propietario como si supiera que yo era de otra
dimensión
- ¡está buenísima!- le contesté degustándola
- pues come despacio que te vas a atragantar- me advirtió el propietario-
¡AH!, son cuatrocientas monedas de oro- le dijo dirigiéndose a Mashuo
- ¿monedas de oro, no tenéis euros ni pesetas ni siquiera guiles?-
interrumpí
- ¿euros, pesetas? No conozco ninguna de esas monedas.
Yo fui el último en terminar de cenar y una vez reposado del banquete
Ashley y Mashuo me dirigieron una mirada y…
- Alberto, ya va siendo hora de hablar de cosas más serias, venga ven conmigo
fuera- dijo Mashuo levantándose de la mesa.
Me quedé mirándole sin decirle nada, temía malas noticias así que, cogí
aire y le seguí.
Una vez fuera de la posada contemplé el cielo estrellado que era
exactamente igual que el de mi dimensión y a un par de metros vi a Mashuo de
espaldas a mí…
- Alberto, quiero que sepas que ya se te ha ido el olor a sangre roja- dijo
seriamente Mashuo
- pues… bien, ¿no?- contesté asustado
- dentro de un par de días, tres como mucho llegaremos a la ciudad
principal, pero hay algo que no te
he contado
- ¿el qué?
- que para pertenecer definitivamente a esta dimensión te conté que
necesitabas que la reina te
cambiase el nombre, ¿lo recuerdas?
- sí
- pues hay algo más, para que la reina acepte cambiarte el nombre necesitas
pasar cierta prueba-contestó Mashuo en el mismo tono que al principio
-¿…cuál?- pregunté intimidado
- necesitas ganar un torneo de gladiadores
- ¿¡QUÉ!?- grité sabiendo que no tenía ninguna posibilidad- ¿y… que sucede
si pierdo?
- eso depende de la reina, si le gustara la actuación te dejaría con vida
pero si no… te decapitaría con la mirada
- ¡¿tanto poder tiene esa reina!?
- más de lo que te puedes imaginar.
Tras aquella charla hubo un momento de silencio el cuál pensé en las
consecuencias que acarreaba la situación en la que me encontraba pero no tardé
mucho en decidirme y dije en voz alta…
- ¡tranquilo Mashuo, no hace falta que te preocupes por mí, te vuelvo a
repetir que hice una promesa a una amiga la cual no pienso defraudar, juro que
entrenaré duro y ganaré ese campeonato cueste lo que cueste!- contesté terminando
con una sonrisa
- Ja, me sorprendes, pues si te lo tomas así, nada mas llegar a la ciudad
empezaremos tu entrenamiento- dijo Mashuo volviendo a la posada- por cierto…
espero que consigas encontrar a tu amada
- ¿¡qué, amada, pero…pero si solo es una amiga!?- tartamudeé sonrojado
- vale, vale.
Nada mas entrar Mashuo en la posada y quedándome solo a la luz de las
estrellas pensé nuevamente donde podría encontrarse Yuchiko en estos momentos y
me dirigí directo a la cama.
A la mañana siguiente, nada más salir el sol, Ashley me despertó para
continuar nuestra travesía y una vez preparados y listos para seguir el viaje
el posadero me despidió con un regalo que resultaron ser unos brazaletes los
cuales como me explicó duplicaban el poder ofensivo de quien los llevaba
puestos. Me
los puse, se lo agradecí y seguimos nuestro viaje hacia la ciudad
principal.
Pasaron un par de horas de viaje, Ashley estaba montada en el ciervo azul y
Mashuo llevaba las riendas y yo en cambio me situaba atrás sujetando con la
mano derecha mi katana hasta que me sugirió Mashuo…
- ¿por qué no te colocas la katana en la espalda?
- ¿con qué?- pregunté
- toma esto- dijo regalándome una correa.
Nada más colocármela en la espalda me sentí mas aliviado, ya no tenía que
sujetarla en las manos y si por algún casual nos atacaran la desenvainaría
fácilmente.
- oye, Mashuo, ¿por qué me ayudas?- pregunté
- tiene que ser el destino
- ¿el destino?
- el destino ha decidido que nos encontráramos para yo enseñarte el arte de
la espada
- esto… ¿Cuál será mi entrenamiento? – pregunté
- ya lo verás- terminó Mashuo.
Después de aquello pude contemplar a lo lejos una ciudad rodeada por una
gran muralla…
- ahí está muchacho, la ciudad principal- dijo Mashuo.
Tras esas supuestas palabras me adelanté para verla más de cerca pero pude
notar algo escalofriante
justo detrás de mí, me volví y una extraña silueta
encapuchada se acercó a mí y me dijo…
- toma, coge este amuleto- dijo mientras depositaba en mis manos un amuleto
redondo con un diamante rojo en el centro
- ¿Qué es, para mí?- pregunté, pero fue demasiado tarde, ya se había
marchado.
Estuve inmóvil hasta que llegaron Mashuo y Ashley…
- ¿Qué te pasa Alberto?- preguntó Mashuo
- nada- contesté ocultando el amuleto y la aparición.
Y proseguimos nuestro viaje.
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